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Las transacciones de criptoactivos siguen estando restringidas en China continental, por lo que la principal intriga del mercado se ha trasladado a Hong Kong. Esta semana, las autoridades de la ciudad publicaron los resultados de una consulta pública sobre la futura normativa para las empresas que operan con activos virtuales y esbozaron el objetivo de presentar proyectos de ley al poder legislativo en 2026. La atención se centra en normas que reduzcan los riesgos para los clientes y dejen margen para el desarrollo de nuevos servicios financieros.
El concepto gira en torno a la concesión de licencias a los proveedores que permiten las transacciones con tokens. El planteamiento se denomina de “doble clave”: los requisitos contra el blanqueo de dinero y la financiación del terrorismo se combinarán con normas similares a las de los intermediarios clásicos del mercado de valores. Se espera que los participantes tengan una estructura de propiedad transparente, control de los conflictos de intereses, procedimientos de gestión de riesgos y preparación para la supervisión a nivel de informes y reglamentos internos. Esto significa más cumplimiento para las empresas, pero una vía clara para trabajar.
Un tema aparte es la custodia. Los reguladores quieren prescribir requisitos para los custodios: segregación de activos de clientes, normas de acceso a claves, procedimientos de auditoría independientes, normas de ciberdefensa y planes de incidentes. Los materiales mencionan explícitamente escenarios que podrían afectar a la reputación del sector, desde fallos técnicos y errores de los operadores hasta ataques a la infraestructura y picos repentinos de retiradas de fondos. El objetivo no es complicarse la vida, sino hacer que la tenencia de activos digitales resulte tan familiar al gran capital como la custodia bancaria.
Como resultado, Hong Kong está intentando montar un escaparate de una “criptoeconomía regulada” junto a productos financieros familiares. Para China continental, se trata de un diseño conveniente: se mantienen los estrictos controles de capital, y la jurisdicción vecina puede desarrollar modelos, atraer especialistas e inversores sin transferir todos los riesgos dentro del sistema principal.
Las empresas que planeen operar en la región tendrán que considerar no sólo la comercialización, sino también el coste de los procesos: formación del personal, inspecciones periódicas, circuitos de reserva y contratos con contratistas de seguridad. Es en este campo donde empezará la competencia por la confianza en 2026: quien tenga una infraestructura más rápida y limpia conseguirá contratos largos.