La ola de hash sube el listón: por qué la complejidad de los récords está mermando los ingresos de los mineros

Mike Smith 2025-10-09

Nada nos recuerda más la implacabilidad del algoritmo que la notificación del séptimo aumento consecutivo de su complejidad. Esta semana, la cifra saltó a 150,84 billones porque la tasa media de hash de la red superó los 1,05 ZH/s. Cada nuevo terahash desafía a las granjas: el hardware busca bloques frenéticamente y la recompensa se divide entre un número cada vez mayor de contendientes. Al mismo tiempo, el llamado hashprice ha caído por debajo de 50 dólares por petahash, dejando incluso a las instalaciones más eficientes al borde de la rentabilidad.

La complejidad se recalcula cada 2016 bloques, aproximadamente cada quince días. Un mecanismo integrado en el código estabiliza los tiempos de minado, pero para las empresas esto supone una carrera constante en busca de capacidad y energía barata. Mientras algunas compran nuevos modelos ASIC, otras se trasladan a regiones con abundancia de recursos renovables en un intento de reducir costes. Pero la actual ronda de restricciones se produce en un momento en que las comisiones por transacción se mantienen obstinadamente cerca de mínimos de varios años y el precio del Bitcoin ronda los 120.000 dólares.

Las estadísticas del mercado de valores mineros sugieren pensamientos paradójicos. La capitalización de Cipher Mining ha subido un 51% en el mes, Bit Digital ha sumado un 25% y Marathon Digital un 16%. Los inversores ven el crecimiento del hashrate en las cifras como equivalente a una mayor seguridad de la red y lo perciben como una ventaja a largo plazo. Mientras tanto, la intensidad de recursos del proceso crece más rápido que la capitalización: cada nueva estación de megavatios aumenta la carga de las redes eléctricas y complica el cumplimiento de la normativa medioambiental.

Los reguladores están intensificando los controles energéticos: Abu Dhabi ha prohibido la minería en las explotaciones agrícolas y ha impuesto una multa de 27.000 dólares, subrayando que la electricidad es la nueva moneda. En Norteamérica, los centros de datos están recomprando capacidad hidroeléctrica hasta 2027, lo que ya está haciendo subir las tarifas.

Los analistas apuntan a tres palancas que podrían devolver la rentabilidad: el aumento de las tarifas, un salto en el precio de las monedas o una ralentización en las ganancias de hashrate. El primer escenario depende de la actividad de los usuarios; el segundo, de la demanda especulativa; y el tercero, de si los mineros tienen presupuesto suficiente para las próximas instalaciones. La presión acumulada ya está obligando a algunos operadores de consolidación a buscar socios para centros de datos conjuntos, compartiendo no sólo la factura eléctrica, sino también los riesgos de los saltos del mercado.

Incluso con una complejidad sin precedentes, el mecanismo sigue siendo autoequilibrador: los que no pueden mantener el ritmo, se desconectan, y la red relaja gradualmente las reglas. Por ahora, sólo podemos observar cómo la nueva etapa de 150,84 billones se convierte en otro punto de partida para la siguiente ronda de la carrera del músculo computacional.