Los fondos de capital riesgo aumentan sus inversiones en stablecoins

Mike Smith 2025-04-08

Las stablecoins están pasando de la categoría de herramientas técnicas de la criptoindustria a la vanguardia de la innovación financiera. Los crecientes volúmenes de transacciones, los modelos de negocio altamente rentables y las inversiones estratégicas de actores institucionales señalan el potencial a largo plazo de este segmento.

La adquisición por parte de Stripe de la startup de criptoinfraestructuras Bridge, por valor de 1.100 millones de dólares, supuso un cambio de juego que captó la atención de los fondos de capital riesgo. Esta operación, la mayor de la historia del sector, demuestra la voluntad de las grandes empresas de tecnología financiera de integrar las stablecoins en los sistemas de pago a gran escala.

Dado que Stripe procesa anualmente transacciones por valor de más de 1 billón de dólares, transferir incluso una fracción de ese volumen a su propia stablecoin podría generar hasta 40.000 millones de dólares en ingresos anuales sólo con los márgenes de interés (manteniendo el rendimiento de los bonos del Tesoro en torno al 4%).

A diferencia de periodos anteriores, el crecimiento actual de las stablecoins no está ligado a ciclos alcistas o bajistas del mercado de criptomonedas. Según The Block, desde principios de 2024, las stackcoin han pasado de 125.000 millones de dólares a casi 230.000 millones, un aumento del 84%.

Especialmente impresionante es el impulso de los pagos transfronterizos basados en stablecoins, que han alcanzado los 50.000 millones de dólares mensuales, mientras que este segmento era prácticamente inexistente a finales de 2023. Esto indica que las stablecoins están yendo más allá del comercio de criptomonedas y están empezando a funcionar como una infraestructura financiera de pleno derecho.

Los emisores de stablecoins están demostrando una eficiencia financiera excepcional. Tether, por ejemplo, genera miles de millones de dólares en ingresos por intereses con unos costes operativos mínimos.

«Es un negocio muy rentable», señala Stefan Cohen, de Bain Capital Crypto.

No es sorprendente que las instituciones financieras tradicionales, las empresas fintech y las startups estén considerando cada vez más lanzar sus propias stablecoins. Paralelamente, los inversores están aumentando su apoyo a proyectos de infraestructura, desde wallets a pasarelas de pago.

Está ganando popularidad el concepto de modelos «integrados», en los que el usuario puede no darse cuenta del uso de las stablecoins, pero son ellas las que garantizan la rapidez de las transacciones y la rentabilidad del producto.

Un mayor crecimiento sostenible del mercado de las steblecoin depende directamente de la formación de un marco regulador claro. Las iniciativas legislativas en EE.UU. se consideran un detonante clave para la siguiente fase de desarrollo.

David Pakman, de CoinFund, estima que tras la aprobación de la ley sobre la circulación de stablecoins, el volumen de transacciones podría quintuplicarse en poco tiempo.

Sin embargo, también existen riesgos. Jed Breed, de Breed VC, advierte de los posibles efectos negativos del favoritismo regulador hacia los grandes operadores, que podría ahogar la competencia al principio. La influencia de los grupos de presión de los bancos tradicionales ya es evidente en algunos de los proyectos de ley.

Los inversores de capital riesgo apuestan no sólo por un crecimiento cuantitativo, sino por una transformación fundamental del ámbito de los pagos digitales, en el que las steblecoins se convertirán en la principal forma de transferir valor en Internet.

El volumen de transacciones con stablecoins ya ha superado los 5,5 billones de dólares para 2024, a los que se sumarán otros 2 billones en los primeros meses de 2025. Visa predice que el volumen podría superar los 6 billones de dólares a finales de este año, y estos datos solo tienen en cuenta la actividad económica real, excluyendo los bots y las transacciones de ruido.

Las stablecoins se están transformando no solo en un elemento clave de la criptoindustria, sino también convirtiéndose en un puente hacia las finanzas tradicionales. El desarrollo del entorno normativo y de las infraestructuras será determinante para la próxima oleada de crecimiento, siempre que se mantenga un entorno competitivo propicio a la innovación.